• El ayuno intermitente no es lo mismo que la inanición. El hecho de omitir ciertas comidas de forma voluntaria no disminuye el metabolismo basal (cantidad de energía que el organismo requiere para su funcionamiento normal). Durante el ayuno se producen ciertas hormonas que permiten una mejor utilización de las fuentes de energía entre ellas las grasas.
  • Ayunar no produce pérdida de la masa muscular: el ser humano almacena grasa para ser utilizada en caso de emergencia (disminución de la ingesta de calorías). El tejido muscular se utiliza solo cuando los niveles de grasa corporal se acercan al 4%, de no ser así nuestras posibilidades de sobrevivir como especie estarían muy limitadas (igual ocurre con todos los mamíferos).
  • El ayuno no produce disminución de la glicemia ya que nuestro organismo cuenta con múltiples mecanismos para mantener los niveles en rangos normales. En esta situación se produce glucosa a partir del glucógeno almacenado en el hígado, por eso que cuando dormimos se mantiene en niveles normales a pesar de la no ingesta de alimentos.
  • El ayuno no aumenta la sensación compensatoria de hambre. Estudios recientes han demostrado que se produce un aumento de la sensación de hambre solo durante el primer día de ayuno. Incluso muchos pacientes refieren que su apetito disminuye a medida que se practica el ayuno de forma rutinaria.
  • El ayuno no provoca desnutrición: se ha demostrado con periodos cortos de ayuno no producen deficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales). En cuanto a macronutrientes existen aminoácidos que son esenciales (deben ser suministrados por la dieta) al igual que ciertos ácidos grasos. Generalmente estos nutrientes se pierden por la orina y las heces. En ayuno el tránsito intestinal y el volumen urinario disminuyen por lo que no se produce pérdida de proteínas.

En conclusión, ayunar es saludable siempre y cuando sea indicado en pacientes sanos, por supuesto existen condiciones especiales como el embarazo y la desnutrición en los cuales esta contraindicado.