REGLA 1: ENDEREZATE Y MANTÉN LOS HOMBROS HACIA ATRÁS

«Lo que nos mete en problemas no es lo que no sabemos, sino lo que creemos que sabemos,pero no sabemos». Mark Twain

Así que presta atención a tu postura. Deja de arquearte, enderézate. Di lo
que piensas. Deja claro lo que quieres, como si tuvieras derecho a conseguirlo (al menos el mismo que los demás). Anda con la cabeza bien alta y mira al frente con franqueza. Atrévete a ser un peligro. Haz que la serotonina fluya a raudales a través de las vías neuronales que arden a la espera de su efecto tranquilizante.

La parte prehistórica de tu cerebro especializada en evaluar la dominación
presta atención a cómo te tratan las otras personas. A partir de esos indicios, emite una estimación de tu valor y te asigna un estatus.

El cuerpo, con sus diversos organismos, tiene que funcionar como una orquesta bien entrenada. Cada sistema tiene que desempeñar su papel de forma correcta y exactamente cuando le corresponde, de lo contrario se produce el caos. Por eso las rutinas resultan tan necesarias. Las acciones que repetimos cotidianamente tienen que estar automatizadas, tienen que convertirse en hábitos sólidos y estables, de tal forma que pierdan su complejidad y resulten simples y predecibles.

Los sistemas que median las emociones negativas están estrechamente relacionados con los ritmos circadianos, que son rigurosamente cíclicos.

Puede que seas un perdedor nato, o puede que no, pero, si lo eres, no tienes
que seguir siéndolo. Quizá solo hayas desarrollado una mala costumbre. Quizá no seas más que un cúmulo de malas costumbres.

Si vas arrastrándote con las mismas pintas que caracterizan a una langosta derrotada, la gente te asignará un estatus inferior y ese antiguo dispositivo del fondo de tu cerebro que compartes con los crustáceos te atribuirá un número bajo de dominación. Y entonces tu cerebro producirá poca serotonina, lo que te hará menos feliz, más ansioso y triste, con más tendencia a bajar la cabeza cuando tendrías que levantarte y defenderte. También reducirá tus probabilidades de encontrar un buen lugar para
vivir, de tener acceso a los mejores recursos y de encontrar una pareja sana y atractiva.

Si te presentas como alguien derrotado, la gente se comportará contigo como con alguien que está perdiendo. Si comienzas a erguirte, la gente te mirará y te tratará de forma distinta.

Pero mantenerse erguido con los hombros hacia atrás no es algo exclusivamente físico, porque no solo eres un cuerpo. También eres un espíritu, una psique. Erguirse físicamente también implica, invoca y supone erguirse metafísicamente. Erguirse significa aceptar voluntariamente la carga del Ser. Tu sistema nervioso responde de una forma totalmente distinta cuando afrontas las dificultades vitales de forma voluntaria porque, en vez de prepararte para una catástrofe, lo que haces es asumir un desafío.

Mantenerse erguido con los hombros hacia atrás es aceptar con los ojos
bien abiertos la terrible responsabilidad que supone vivir. Significa que decides voluntariamente transformar el caos de lo potencial en las realidades de un orden habitable.

Así que presta atención a tu postura. Deja de arquearte, enderézate. Di lo
que piensas. Deja claro lo que quieres, como si tuvieras derecho a conseguirlo (al menos el mismo que los demás). Anda con la cabeza bien alta y mira al frente con franqueza. Atrévete a ser un peligro. Haz que la serotonina fluya a raudales a través de las vías neuronales que arden a la espera de su efecto tranquilizante.

REGLA 2: TRÁTATE A TI MISMO COMO SI FUERAS ALGUIEN QUE DEPENDE DE TI

El conocimiento del qué te ayuda a saber el cómo.

Habitamos eternamente el orden, que está rodeado por el caos. Eternamente ocupamos territorio conocido, rodeado por lo desconocido. Cuando conseguimos conciliar ambas cosas de forma adecuada, sentimos que nuestra implicación tiene un valor. Estamos adaptados, en el sentido más profundamente darwinista, no al mundo de los objetos, sino a las metarrealidades del orden y el caos, el yang y el yin. El caos y el orden dan forma al eterno y trascendente entorno de la vida.

Abarcar esa dualidad fundamental significa estar en equilibrio, teniendo un
pie plantado firmemente en el orden y la seguridad y el otro en el caos, la
posibilidad, el crecimiento y la aventura.

Tienes que tener un pie plantado en lo que ya dominas y entiendes, y el otro en lo que estás descubriendo y aprendiendo a dominar ahora mismo.

Nos merecemos cierto respeto. Te mereces cierto respeto. Eres importante
para otras personas y también para ti. Tienes un papel esencial que desempeñar en el destino del mundo. Por eso tienes la obligación de cuidarte.

Tienes que saber quién eres para entender las armas con las que
cuentas y saber cómo compensar tus limitaciones. Tienes que saber adónde vas, para poder limitar el poder del caos en tu vida, reestructurar el orden y servirte de la fuerza divina de la esperanza para soportar el mundo.

Tienes que disciplinarte cuidadosamente. Tienes que mantener
las promesas que te haces y recompensarte de tal forma que puedas confiar en ti y motivarte. Tienes que decidir cómo comportarte contigo para que sea posible que te conviertas en una buena persona y que lo sigas siendo.

«Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo» Nietzche.

REGLA 3: TRABA AMISTAD CON AQUELLAS PERSONAS QUE QUIERAN LO MEJOR PARA TI.

Es algo bueno, no egoísta, elegir a gente que es buena para ti. Es adecuado y digno de elogio relacionarse con personas cuyas vidas mejorarían si vieran que la tuya está mejorando.

Si te rodeas de personas que apoyan tus aspiraciones, estas no tolerarán ni
tu cinismo ni tus tendencias destructivas. Al contrario, te respaldarán cuando hagas bien —a ti y a los demás— y te castigarán con delicadeza cuando no sea el caso. Una actitud así reforzará tu resolución de hacer lo que tienes que hacer de la forma más apropiada y sensible.

Por eso mismo cualquier buen ejemplo es un desafío trascendental, y todo
héroe, un juez. El David, la gran escultura de Miguel Ángel, interpela a quien lo observa desde su perfección: «Podrías ser más de lo que eres».

No pienses que es más fácil rodearte de personas buenas y sanas que de
personas malas y malsanas. No lo es. Una persona buena y sana es un ideal.
Hace falta fuerza y valentía para estar al lado de ella. Pero ten algo de humildad. Ten coraje. Utiliza la cabeza y protégete de una compasión y una lástima demasiado acríticas.

Traba amistad con aquellas personas que quieran lo mejor para ti.

REGLA 4: NO TE COMPARES CON OTRO, COMPARATE CON QUIEN ERAS TU ANTES

Si la voz interior cuestiona el valor de tus esfuerzos —o de tu vida o de la propia vida—, quizá tendrías que dejar de escucharla.

Pero, si ganas en todo, lo más probable es que no estés haciendo nada nuevo o difícil.

Quizá sobrevaloras lo que no tienes y desprecias lo que sí. La gratitud tiene cierta utilidad real, supone una buena forma de protección contra los peligros del victimismo y el resentimiento.

En lugar de esto, atrévete a ser peligroso. Atrévete a ser auténtico. Atrévete
a manifestar y a expresar (o, por lo menos, a ser consciente de) lo que realmente justificaría tu vida.

Vivimos dentro de un contexto que define el presente como eternamente incompleto y el futuro como eternamente mejor.

El presente siempre tiene fallos, pero puede que no sea tan importante dónde empiezas como la dirección a la que te diriges. Quizá la felicidad se encuentra en el viaje de subida y no en el efímero sentimiento de satisfacción que aguarda en la próxima cumbre. Una gran parte de la felicidad está compuesta de esperanza, por muy profundo que fuera el
submundo en el que dicha esperanza se fraguó.

Solo puedes descubrir lo que crees de verdad (y no lo que piensas que crees) observando tus acciones; hasta entonces, sencillamente no lo sabrás.

Pide y recibirás. Llama y se abrirá la puerta. Si pides queriéndolo y llamas
con la intención de entrar, puede que se te ofrezca la oportunidad de mejorar tu vida —un poco, mucho o de forma total—, y de ese modo se habrá producido cierto progreso en el propio Ser.

No te compares con otro, compárate con quien eras tú antes.

REGLA 5: NO PERMITAS QUE TUS HIJOS HAGAN COSAS QUE DETESTES

Así, ha aumentado la sensibilidad de los padres por el sufrimiento
emocional a corto plazo de sus hijos y, al mismo tiempo, se han disparado los miedos de causarles cualquier daño de una forma que resulta lamentable y contraproducente. Puede que pienses que es mejor así que de la forma contraria, pero lo cierto es que cada uno de los extremos de la escala moral lleva aparejadas sus catástrofes.

El proceso vital de socialización previene en realidad numerosos daños y propicia muchas cosas positivas. Hay que moldear y educar a los niños o de lo contrario no saldrán adelante.

A los niños se les hace daño cuando sus condescendientes padres renuncian a convertirlos en personas atentas, respetuosas y espabiladas para dejarlos en un estado de inconsciencia e indiferencia. A los niños se los daña cuando quienes tendrían que cuidar de ellos, por temor a cualquier conflicto o discordia, ya no se atreven a corregirlos y los dejan sin orientación alguna. Puedo reconocer a este tipo de niños por la calle, informes, descentrados, difusos.

Disciplinar a un niño es un acto de responsabilidad, no es ninguna manifestación de ira frente a un comportamiento inadecuado. No es una
venganza por una fechoría, sino, por el contrario, una combinación cuidadosa de compasión y raciocinio a largo plazo.

La violencia es la opción por defecto, porque resulta fácil. Lo difícil es la paz, que se aprende, se inculca, se gana. A menudo las personas comprenden las cuestiones fisiológicas justo al revés.

Si puedo hacerte daño y demostrar que soy más fuerte, entonces podré
hacer exactamente lo que quiera y cuando quiera, incluso cuando estás delante de mí. Te puedo atormentar por pura curiosidad. Puedo acaparar la atención que se te dirige y dominarte.

Corregir también hace que el niño aprenda que golpear a los demás no es la mejor estrategia social. Si no se produce ninguna intervención de ese tipo, ningún niño asumirá por voluntad propia todos los esfuerzos que supone organizar y regular sus impulsos para que dichos impulsos coexistan sin conflicto dentro de la psique del niño y en el mundo social más amplio. Y es que organizar una mente no es tarea fácil.

A todo niño también se le debería enseñar a cumplir de buena gana con las
expectativas del mundo social. Esto no significa asumir la imposición de una conformidad ideológica enajenada, sino, al contrario, que los padres deben recompensar aquellas actitudes y acciones que faciliten el éxito de sus hijos en el mundo que se abre más allá de la familia, así como utilizar las amenazas y el castigo cuando sean necesarios para erradicar comportamientos que conduzcan a la desgracia y al fracaso.

Si la sociedad no premia de forma adecuada el comportamiento productivo y cooperativo, si insiste en distribuir los recursos de forma manifiestamente injusta y arbitraria y permite el robo y la explotación, no tardará en verse afectada por el conflicto.

¿Y adónde nos lleva todo esto? A la decisión de impartir disciplina de
forma eficaz o ineficaz, pero no a la decisión de evitar cualquier tipo de ella, porque la naturaleza y la sociedad acabarán castigando de forma draconiana todos los defectos de comportamiento que no se hayan corregido siendo niños.

Principio de disciplina número 1: Limita las reglas. Principio 2: Utiliza la fuerza mínima necesaria. Aquí está el tercero: Los progenitores deberían ser dos. Y aquí viene un cuarto principio, uno de carácter más específicamente psicológico: los progenitores tendrían que entender su propia capacidad para ser duros, vengativos, arrogantes, rencorosos, coléricos y deshonestos. En cuanto al quinto y último principio, es el más general. Los padres tienen el deber de actuar como representantes del mundo real.

REGLA 6: ANTES DE CRITICAR A ALGUIEN, ASEGURATE DE TENER TU VIDA EN PERFECTO ORDEN

Puedes saber que algo está mal o bien sin necesidad de saber por qué. Todo tu Ser puede decirte algo que no estás en condiciones de explicar o articular. Las personas son demasiado complejas para conocerse completamente y todos llevamos en nuestro interior una sabiduría que no
podemos entender.

Por tanto, no dudes en parar en cuanto tengas la más mínima consciencia de que deberías hacerlo. Deja de comportarte de esa forma particular tan
lamentable. Deja de decir esas cosas que te debilitan y te avergüenzan y di solo aquello que te haga más fuerte. Haz solo aquello de lo que puedas hablar con orgullo.

Puedes juzgar con tus propios criterios y confiar en ti mismo como guía. No
es necesario comulgar con ningún tipo de comportamiento externo o arbitrario.

Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden.

REGLA 7: DEDICA TUS ESFUERZOS A HACER COSAS CON SIGNIFICADO, NO AQUELLO QUE MAS TE CONVENGA

No hay gran diferencia entre el sacrificio y el trabajo, que son, además, exclusivamente humanos.

En pocas palabras, un sacrificio de este tipo —trabajar— supone postergar
la satisfacción, pero es una forma muy ramplona de describir algo que posee una trascendencia semejante. El descubrimiento de que la satisfacción podía postergarse supuso al mismo tiempo descubrir el tiempo y la causalidad, o al menos la fuerza causal de la acción humana voluntaria.

Nos costó mucho entender que frustrando un placer particular se podía
obtener un provecho, ya que algo así se opone frontalmente a nuestros instintos animales más fundamentales, que exigen una satisfacción inmediata, sobre todo en los inevitables periodos de carestía.

Compartir no significa renunciar a algo que aprecias a cambio de nada. Eso
es justamente lo que temen los niños que se niegan a compartir. Sin embargo, el verdadero significado de compartir es empezar el proceso de intercambio. Un niño incapaz de compartir —incapaz de intercambiar— no puede tener ningún amigo porque tenerlos no deja de ser una forma de intercambio.

Es mejor tener algo que no tener nada, y es todavía mejor compartir de
forma generosa aquello que tienes. Sin embargo, aún es mejor que se te conozca precisamente porque compartes con generosidad. Eso es algo duradero, algo en lo que se puede confiar. Y llegados a este punto de abstracción, podemos observar cómo se crean las ideas de confianza, honestidad y generosidad. Así, ya se han establecido las bases de un sistema moral articulado. La persona productiva y honrada que comparte se convierte por ello en el prototipo del buen ciudadano, de la buena persona. De esta forma podemos comprender cómo, a partir de la simple noción de que guardar las sobras es una buena idea, acaban surgiendo los principios morales más elevados.

Si el mundo que ves no es el que quieres, entonces ha llegado la hora de revisar tus valores. Es hora de desembarazarte de tus supuestos actuales, es hora de soltar lastre. Puede que incluso sea hora de sacrificar aquello que más quieres para poder así convertirte en quien quieres convertirte en vez de seguir siendo quien eres.

Si abandonas las falsedades y vives de acuerdo con los dictados de tu
conciencia, mantendrás tu nobleza incluso ante la mayor de las amenazas.
Dejándote guiar con convicción y valentía por el mayor de los ideales, obtendrás mayor seguridad y fuerza de la que podrías alcanzar si te concentraras cerrilmente en tu propia estabilidad. Si vives de forma verdadera y plena, podrás descubrir un significado tan profundo que te proteja del miedo a la muerte.

Quien hace, fracasa;
quien se aferra, pierde.
El sabio no hace y no fracasa,
no se aferra y no pierde. Tao Te Ching

El socialismo que poco después se convirtió para mí en una interesante alternativa acabó resultando igual de inane. Con el tiempo llegué a entender, gracias al gran George Orwell, que una gran parte de ese
pensamiento basaba su motivación en el odio a los ricos y a los triunfadores más que en un verdadero interés por los pobres. Además, los socialistas acababan resultando más intrínsecamente capitalistas que los propios capitalistas. Creían en el dinero con la misma fuerza, tan solo pensaban que, si fueran otros los que lo tuvieran, los problemas que asolaban a la humanidad desaparecerían. Algo así es simplemente falso. Hay muchos problemas que el dinero no resuelve y otros que incluso los empeora.

Apunta hacia arriba. Presta atención. Arregla lo que puedas arreglar. No seas arrogante. Esfuérzate por ser humilde, porque el orgullo totalitario se manifiesta en la intolerancia, la opresión, la tortura y la muerte. Sé consciente de tus propios defectos: tu cobardía, tu perversidad, tu resentimiento, tu odio. Ten en cuenta tu potencial asesino antes de atreverte a acusar a los demás y antes de tratar de enmendar la naturaleza del mundo. Quizá el mundo no tenga la culpa, quizá la tengas tú. No has estado a la altura, has errado el tiro. Te has quedado muy por
debajo de la gloria divina. Has pecado. Y todo eso representa tu contribución a las carencias, al mal del mundo. Y por encima de todo, no mientas. No mientas por nada, nunca. La mentira conduce al infierno. Fueron las grandes y pequeñas mentiras de los Estados nazis y comunistas lo que causó las muertes de millones de personas.

El significado indica que te encuentras en el lugar adecuado, en el momento
adecuado, en el equilibrio justo entre orden y caos, allí donde todo se alinea de la mejor forma posible.

El significado es el camino, es el sendero de la vida más abundante,
es el lugar donde vives cuando te guía el amor, cuando dices la verdad y cuando nada de lo que quieres ni de lo que puedas querer pasa por delante de eso mismo. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquello que más te convenga.

REGLA 8: DI LA VERDAD, O POR LO MENOS NO MIENTAS

Trabajar con personas paranoicas es todo un desafío. Piensan que son víctimas de misteriosas fuerzas conspirativas que traman sus malvados planes en la oscuridad. Los paranoicos están siempre alerta, siempre concentrados. Prestan atención a las indicaciones no verbales de una forma extremadamente manifiesta, nada común en interacciones humanas ordinarias. Se equivocan a la hora de interpretarlas —ahí está precisamente la paranoia—, pero a pesar de eso son prácticamente insuperables en su habilidad de detectar segundas intenciones, juicios y falsedades. Tienes que escuchar con mucha atención y decir la verdad si quieres que una persona paranoica te confíe sus secretos.

Ir a lo fácil o decir la verdad no son solamente dos opciones distintas. Son
dos caminos diferentes que atraviesan la vida. Son dos formas totalmente
distintas de existir.

Una persona que vive una «mentira de vida» está intentando manipular la
realidad a través de la percepción, el pensamiento y la acción, de tal modo que solo pueda producirse un resultado predeterminado que se desea de forma agónica. Una vida vivida de esta forma se basa, consciente o inconscientemente, en dos premisas. La primera es que el conocimiento actual con el que se cuenta basta para definir lo que es bueno, ahora y más adelante, sin el menor asomo de duda. La segunda es que la realidad resultaría insoportable si se la deja ser tal y como es.

Puede que sea cierto que los primeros que desaparecen cuando la
institución en la que trabajas titubea y se hunde son los alborotadores y los que arman jaleo. Pero los siguientes que serán sacrificados son los que están en silencio. Alguien que se esconde no es esencial. Ser esencial requiere una contribución original. Esconderse, además, no salva a esas personas ni de la enfermedad, ni de la locura, ni de la muerte, ni de los impuestos. Y esconderse de los demás también significa suprimir y esconder todo lo que nosotros mismos podríamos llegar a ser. Y ahí está el problema.

Si no te revelas a los demás, no te puedes revelar a ti mismo. Esto no solo
significa que estás suprimiendo a quien eres, aunque eso también. Significa que todas las cosas que podrías llegar a ser nunca podrán ser desencadenadas por la necesidad. Se trata de una verdad biológica y conceptual. Cuando exploras con astucia, cuando te enfrentas de forma voluntaria con lo desconocido, vas recopilando información que te sirve para construirte en tu nueva versión renovada. Este es el elemento conceptual. Sin embargo, algunos estudios recientes han descubierto que hay genes nuevos que se activan en el sistema central nervioso cuando un organismo se encuentra (o se coloca) en una situación nueva. Estos genes codifican nuevas proteínas, que a su vez son los ladrillos de nuevas estructuras que se forman en el cerebro. Esto implica que una gran parte de ti está todavía naciendo, en el sentido más físico posible, algo que
la inmovilidad no está en condiciones de propiciar. Tienes que decir algo, ir a algún sitio y hacer algo para activarte. Y si no…, pues te quedas incompleto, y la vida es demasiado dura para alguien incompleto.

El valor de un hombre lo determina la cantidad de verdad que puede tolerar. Nietzsche

Determina tus ambiciones, incluso si no tienes claro cuál va a ser su
contenido. Las mejores ambiciones tienen que ver con el desarrollo del carácter y las propias capacidades, más que con el estatus y el poder. Puedes perder el estatus, pero el carácter lo llevas encima allí donde vayas y te permite plantar cara a la adversidad. Teniendo esto en mente, ata una cuerda a una gran roca. Elígela con cuidado, plántala delante de ti y ve avanzando hacia ella tirando de la cuerda. Presta atención a medida que te aproximas. Explica lo que sientes con la mayor claridad y atención posibles, tanto a ti como a los demás. De este modo aprenderás a acercarte de forma más eficiente y eficaz a tu objetivo. Y mientras lo haces, no mientas. Sobre todo no te mientas a ti.

REGLA 9: DA POR HECHO QUE LA PERSONA A LA QUE ESCUCHAS PUEDE SABER ALGO QUE TÚ NO SABES

La psicoterapia es una auténtica conversación, es decir, exploración,
articulación y creación de estrategias. Cuando participas en una auténtica
conversación, escuchas y hablas, pero sobre todo escuchas. Y escuchar significa prestar atención. Es increíble lo que las personas te cuentan cuando eres capaz de escuchar. A veces, si escuchas a alguien, puede que incluso te cuente qué problema tiene. Puede que incluso te cuenten cómo piensan resolverlo. Y, en ocasiones, todo eso te sirve para arreglar algún problema que tienes.

Así pues, escucha, escúchate a ti y escucha a aquellas personas con las que
hablas. A partir de ahí, tu sabiduría no se compondrá de aquello que ya sabes, sino de la búsqueda continua de conocimiento, que constituye la forma más elevada de sabiduría. Esa era la razón de que la sacerdotisa del oráculo del Delfos, en la Antigua Grecia, tuviese en tan alta estima a Sócrates, que siempre buscaba la verdad. Lo describió como el hombre vivo más sabio, porque sabía que lo que sabía no era nada.

REGLA 10: A LA HORA DE HABLAR, EXPRÉSATE CON PRECISIÓN

Damos por hecho que vemos objetos o cosas cuando miramos el mundo, pero no es así como las cosas funcionan de verdad. Nuestros desarrollados sistemas de percepción transforman el mundo interconectado, complejo y estratificado en el que vivimos no tanto en «cosas en sí mismas» como en «cosas útiles» (o en sus archienemigas, cosas que nos complican la vida). Se trata de una reducción necesaria y práctica del mundo. Es la transformación de la complejidad casi infinita de las cosas mediante la identificación concreta de nuestro objetivo. Es así como la precisión consigue que el mundo se manifieste de forma razonable.
No es en absoluto lo mismo que percibir «objetos».

Cuando miramos al mundo, percibimos tan solo lo que nos basta para que
nuestros planes y acciones funcionen y para poder salir adelante. El ambiente donde vivimos compone, pues, lo que nos basta. Se trata de una simplificación del mundo radical, funcional e inconsciente y nos resulta casi imposible no confundirla con el mismo mundo.

Cuando las cosas se desintegran, irrumpe como un torbellino aquello que se
había ignorado. Cuando las cosas ya no están especificadas con precisión, las paredes se vienen abajo y el caos se manifiesta. Hemos sido descuidados y hemos dejado que se fueran colando cosas, así que todo aquello que nos
habíamos negado a resolver se acumula, adopta forma de serpiente y nos golpea, por lo general en el momento menos oportuno. Es entonces cuando somos conscientes de todo aquello de lo que nos podemos proteger si contamos con un propósito delimitado, si establecemos con precisión nuestros objetivos y prestamos atención de forma minuciosa.

Cuando las cosas se derrumban y el caos vuelve a aparecer, podemos darle
forma y volver a establecer el orden mediante la palabra.

Si rehuyes la responsabilidad de enfrentarte a lo inesperado, incluso cuando se manifiesta en proporciones manejables, la propia realidad se volverá insosteniblemente desorganizada y caótica. Y después irá creciendo hasta absorber todo orden, todo sentido, toda previsibilidad. La realidad ignorada se transforma, se revierte, en la gran diosa del caos, el gran monstruo reptil de lo desconocido, la gran bestia depredadora contra la cual la humanidad ha combatido desde el inicio de los tiempos. Si no se examina la distancia entre aspiraciones y realidad, no hará más que ensancharse, acabarás por caer en ella y las consecuencias no serán nada buenas. La realidad ignorada se manifiesta en un abismo de confusión y sufrimiento.

Ten cuidado con lo que te cuentas a ti y lo que les cuentas a los demás
acerca de lo que has hecho, lo que estás haciendo y lo que vas a hacer. Busca las palabras correctas, organízalas en las frases correctas y estas, a su vez, en los párrafos correctos. Se puede redimir el pasado cuando, utilizando la lengua de forma precisa, se lo puede reducir a su esencia. El presente puede seguir su paso sin arrebatarle espacio al futuro si sus realidades se enuncian claramente. Pensando y hablando con cuidado, el destino único, excelso, que justifica la existencia puede identificarse entre la multitud de futuros turbios y desagradables que con mucha más probabilidad se manifestarán por sí mismos. Es así como el ojo y la palabra crean un orden habitable.

Di lo que quieres decir para que así puedas descubrir qué es lo que quieres
decir. Luego, lleva a la acción lo que dices para que así puedas descubrir lo que ocurre. Y entonces presta atención. Advierte tus errores y exprésalos. Haz lo posible para corregirlos. Es así como descubrirás el significado de tu vida. Y te protegerá de la tragedia. ¿Cómo podría ser de otra forma?

REGLA 11: DEJA EN PAZ A LOS CHAVALES QUE MONTAN EN MONOPATÍN:

Si no nos ponen trabas, y si además se nos anima a ello, preferimos vivir al
límite. Es ahí donde podemos al mismo tiempo sentir la confianza que nos
otorga la experiencia y enfrentarnos al caos que nos ayuda a desarrollarnos. Por eso, de forma innata, disfrutamos el riesgo, aunque algunos más que otros. Nos sentimos llenos de energía y entusiasmo cuando, actuando en el presente, trabajamos para optimizar nuestro futuro desempeño. De lo contrario, vagamos desorientados, como perezosos, inconscientes, inmaduros y descuidados. Si se nos sobreprotege, fracasaremos cuando surja algo peligroso, inesperado y cargado de oportunidades, tal y como acabará ocurriendo de forma inevitable.

Los ganadores, obviamente, tienen más probabilidades de justificar la jerarquía y los perdedores, de criticarla. Pero 1) la búsqueda colectiva de cualquier objetivo valorado produce una jerarquía (puesto que a algunos les irá mejor y a otros peor, sea lo que sea lo que se busque) y 2) es la búsqueda de objetivos lo que en gran parte otorga a la vida su significado
fundamental.

En las sociedades que funcionan bien, en comparación no con una utopía
hipotética, sino con otras culturas que existen o que han existido, la competencia y no el poder constituye un factor determinante para el estatus. La competencia. La habilidad. La destreza. No el poder. Es algo que resulta obvio tanto a nivel de las anécdotas como de los hechos.

Puesto que las personas demasiado simpáticas se contorsionan de cualquier forma por los demás, no son capaces de permanecer erguidas cuando se trata de defenderse a ellas mismas. Al dar por hecho que los demás piensan como ellas, esperan, pero no se garantizan, cierta reciprocidad por sus atentas acciones. Cuando no sucede así, no protestan. No exigen directamente reconocimiento o no son capaces de hacerlo. El lado oscuro
de sus personalidades emerge, a causa de su subyugación, y se vuelven
resentidas.

Las personas simpáticas son obedientes y esto les arrebata su independencia. El peligro que va asociado puede amplificarse con una estabilidad emocional exacerbada. Las personas simpáticas irán detrás de cualquiera que realice una sugerencia, en vez de persistir, al menos en algunas ocasiones, en su propio camino. Así pues, pierden su camino y se vuelven indecisas y fáciles de desestabilizar. Si además se las asusta y hiere con facilidad, cuentan aún con menos motivos para atacar por su cuenta, ya que así quedarían expuestas a las amenazas y al peligro (al menos a corto plazo).

La madre edípica hace un pacto consigo misma, con sus hijos y con el mismo diablo. Este es el trato: «Sobre todo, no me dejes nunca. A cambio, te lo haré todo. A medida que crezcas sin madurar, te convertirás en alguien inútil y amargado, pero nunca tendrás que asumir ninguna responsabilidad y todas las cosas que hagas que estén mal serán siempre culpa de otra persona». Los niños pueden aceptarlo o rechazarlo, y tienen cierta capacidad de elección en la cuestión.

REGLA 12: SI TE ENCUENTRAS UN GATO POR LA CALLE, ACARICIALO

La idea de que la vida es sufrimiento es un principio que aparece, de una forma u otra, en todas las doctrinas religiosas, tal y como ya he analizado. Los budistas lo afirman explícitamente. Los cristianos lo ilustran con la cruz. Los judíos conmemoran el sufrimiento sufrido a lo largo de siglos. Este tipo de razonamiento caracteriza universalmente a los grandes credos, porque los seres humanos son intrínsecamente frágiles. Se nos puede herir, e incluso destrozar, emocional y físicamente, y todos estamos sujetos a las depredaciones del envejecimiento y las derrotas. Se trata de una serie de realidades deprimente y resulta razonable preguntarse cómo podemos esperar prosperar y ser felices (o incluso tan solo desear existir, en algunos casos) en semejantes circunstancias.